viernes, 16 de marzo de 2012

Cita con Bunbury en la intimidad de su casa de Los Ángeles


Un viento huracanado de 140 kilómetros por hora acaba de pasar por Los Ángeles y ha dejado su rabiosa huella y cientos de árboles tumbados por las calles. “En L.Á. no hay huracanes como en Miami, pero de vez en cuando viene el Santana y nos da un pequeño susto”, me aclara el taxista de origen armenio. Es sábado 3 de diciembre, son poco más de las seis de la tarde y el conductor tiene prisa por acabar la jornada. Casi toda la ciudad está pendiente de un combate de boxeo entre el puertorriqueño Cotto y el mexicano Margarito. Mientras me dirijo al hotel –ubicado en West Hollywood– leo un grafiti que reza: “A Dios le hemos dado por muerto, a los ángeles por desaparecidos y al demonio por regenerado. Bienvenidos a L.Á.”.


Hace unos meses le propusimos un reto a Enrique Bunbury: fotografiarle en la intimidad de su nuevo hogar. Queríamos que nos hablara de su vida en Los Ángeles, de su paternidad y de sus proyectos. Le pedíamos que, después de dos años, rompiera su silencio. Y aceptó.

Domingo 4 de diciembre, nueve de la mañana. Recepción del Hotel W de Los Ángeles (6250 Hollywood Boulevard). Enrique Bunbury aparece puntual a su cita acompañado de Tito, el chófer que nos acompañará durante todo el día.  Subimos al coche, doblamos la esquina del hotel y pasamos junto a Palladium, mítica sala de conciertos de la ciudad. “Aquí he tocado con los Héroes, con Calamaro y varias veces en mi etapa en solitario. Es un lugar al que le tengo mucho cariño”, comenta orgulloso. El coche enfila por Sunset Boulevard y a nuestra izquierda aparece Amoeba, probablemente la mejor tienda de discos del mundo. “El próximo martes firmaré copias de Licenciado Cantinas”, dice mientras me señala el cartel de la fachada donde aparece su nombre. Swingers Hollywood Diner (8020 Beverly Boulevard) es el lugar que ha elegido Bunbury para desayunar. Él pide fruta y yo un clásico del american way of life: huevos revueltos con bacon.

La camarera, puertorriqueña, nos habla del combate de boxeo en un simpático español: “¿Oyeron lo del tongo de la pelea de ayer? Parece que Margarito llevaba algo escondido dentro de sus guantes”. Es lo que tiene esta ciudad, pasa de los vientos huracanados a los combates de boxeo con igual ímpetu e indiferencia. “A esta monstruosa ciudad le estoy empezando a coger cariño”, me confiesa Enrique. Acto seguido me cuenta que el día antes de empezar su gira americana fue atropellado por un coche. “Aquí, aunque tengas el semáforo de peatones en verde, debes mirar siempre a los dos lados porque puede girar algún coche…”. Y me relata cómo, de pronto, se vio tirado en la calzada rodeado de policías y bomberos. “Antes de llegar al hospital me hicieron firmar un montón de papeles”. En Estados Unidos no entras a un hospital sin que esté claro quién paga el desaguisado. “Cuando llegué, solo quería que me miraran la pierna, les dije que no quería tomar ningún medicamento ni tener ningún tratamiento. Sólo quería que me aseguraran que no me había roto nada”. La factura por ser atendido ascendió a 1.000 dólares y todavía está pendiente de pago porque el hospital y su seguro médico no se ponen de acuerdo en la cuantía. Con cierta ironía remata: “La conclusión que saqué es que los coches de hoy pesan muy poco: si me hubiera atropellado mi Mustang, me hubiera dejado el pie hecho polvo”.

Foto: LA COCINA. “Me gusta comer en casa, lo que más suelo hacer es cuscús, pastas y arroces”, comenta Enrique, mientras le da el último toque a unos espaguetis.

Lo primero que hizo Bunbury al llegar a L. Á. fue comprarse un coche. “Sin un vehículo en esta ciudad no eres nadie”, me recuerda en varias ocasiones. Y eligió uno clásico, un Ford Mustang. Bunbury lleva casi dos años viviendo en esta ciudad. La primera casa en la que se instalaron su mujer y él estaba ubicada en una de las colinas de L.Á. Al poco se dieron cuenta que vivían en una jungla de cristal apartada del mundo. Al tercer intento encontraron su actual casa, donde nació Asia, su hija.


¿Cómo llevas ser padre a los 44?
Cuando tienes 20 años lo lógico es que seas muy revolucionario, pero cuando llegas a los 40 lo que quieres es cuidar lo que has conseguido y cercar la valla de tu huerto. Tuve a Asia con 43. Fui un padre tardío, pero es posible que la vida me haya dado una bola extra en esta partida.



¿Ves el futuro con más preocupación desde que tienes una hija? 
Creo que el momento de desencanto que te llega con determinada edad lo he podido enlazar con otro impulso que me da la infancia de mi hija. Ahí encuentro otro motivo extra y nuevo para luchar creativamente, para seguir haciendo discos y dedicarme a lo que me gusta y apasiona que es la música; pero también me ha ayudado a interesarme por toda esta gente que está buscando alternativas para hacer de este mundo un lugar mejor.



¿De verdad crees que es posible un futuro mejor?
Creo que otro mundo mejor no sólo es posible, sino que es necesario y urgente.



¿Cómo te organizas con tu hija en las giras?
Con ella sólo hemos hecho esta gira americana. Un bebé te organiza más el tiempo y te hace ser más consciente de aprovechar mejor la energía para hacer dos cosas que la merman mucho: el escenario y un bebé de nueve meses.



¿Hay toque de queda en casa?
Sí.



¿Es duro adaptarse a este modo de vida?
Bueno, ahora nos regimos por un horario infantil. Asia se acuesta a las nueve y nosotros nos acostamos una hora más tarde. Pero yo me levanto a las cinco o seis de la mañana todos los días. Es un horario muy de Los Ángeles; aquí se come antes y se cena antes. Se vive un poco más con el sol. A mí ahora mismo no me apena para nada vivir de día.

Le pregunto con qué música le gusta despertar a su hija y me responde: “Le encanta Robe Iniesta, de Extremoduro. Y de su último disco, le gusta mucho la canción Tango suicida”.

“Cuando tienes 20 años lo lógico es que seas un revolucionario, pero cuando llegas a los 40 quieres cercar la valla de tu huerto”

Cambiamos de lugar. El coche se dirige al Elderberries Green Cafe, en el 7564 de W. Sunset Blvd. Pasamos junto a Pink, el puesto de perritos calientes más famoso de California (y probablemente de América). Está ubicado en el cruce de La Brea con Melrose. Tito, el conductor, comenta: “Lleva décadas abierto y siempre hay cola, las 24 horas de los 365 días del año”. Elderberries es el café favorito de Enrique. Ofrecen comidas y bebidas orgánicas y tiene una carta especial para veganos. Pedimos un Apple G (bebida a base de zanahoria, apio y jengibre). “Te voy a contar una anécdota”, me dice Enrique mirándome a los ojos: “Estando de gira por Estados Unidos, unos ladrones entraron en la casa de nuestros vecinos; cuando salían huyendo se metieron en el estudio que tengo en la parte de atrás de mi casa y se llevaron el ordenador con el disco duro. Ahí estaba mi próximo álbum”.

¿Me estás contando que te acaban de robar tu próximo álbum? 
Pues sí. Todos me han dicho: “Pero ¿no tenías una copa de seguridad de las canciones?”. Y les digo: “No, pero las tengo todas en mi memoria”.  Y aquí es donde entra lo más interesante: a partir de ahora tengo que hacer un trabajo para reconstruir esas canciones tal y como las tengo en mi memoria.



Confías demasiado en tu memoria…
Sé que no va a ser exactamente igual, que no voy a recuperar el archivo al cien por cien. Lo voy a recuperar de otra forma y en ese momento va a aparecer una canción nueva; creo que puede ser emocionantísimo. Te lo transmito con alegría… y de esto hace sólo tres o cuatro días.

“¡Mira, Christopher Walken!”, me dice Enrique Bunbury interrumpiéndose a sí mismo… Giro la cabeza y veo pasar al actor a través del ventanal del café, enfundado en un chándal con capucha. Tan común y mortal como cualquiera de nosotros. Christopher Walken me sirve de gancho para arrancar un tema: Hollywood, sus artistas y su mundo. Me interesa saber si Bunbury ha entrado en él y en calidad de qué.


¿Invitarías a Obama a tu casa como hizo Antonio Banderas?
No, pero sé lo que Antonio quiere hacer y sé el propósito de esa cena. Antonio hace una apuesta personal por Obama porque cree que él hace unas determinadas cosas mejores de las que ofrecen los republicanos. La cuestión es: tal y como está el patio en el que vivimos, ¿quién lo puede administrar mejor y quién está más cercano a mis ideas? Por eso entiendo y respeto lo que quiere hacer Antonio.



¿Fuiste invitado a esa cena?
No, porque era una cena en la que se intentaba recaudar fondos para su campaña y mi aportación en dinero, creo, no hubiera estado bien considerada.



¿Formas parte del clan de famosos en Los Ángeles (Banderas, Gasol, Bardem, Pe…)?
Creo que Pe y Javier han hecho mucho para que de alguna forma haya una Little Spain aquí, como en Nueva York hay una Little Italy.



O sea, que os juntáis a menudo…
Sí que les he visto, pero también he visto a otros españoles que están haciendo cosas importantes aquí, aunque menos conocidas.


“Unos ladrones se metieron en el estudio que tengo en casa y se llevaron el ordenador con el disco duro. Ahí estaban mis nuevas canciones”
Enrique es un tipo comprometido. Hasta aquí nada nuevo, lo ha sido siempre. Últimamente, su pequeña revolución la ha enfocado hacia los temas de la alimentación. Sólo hay que entrar en su página web (enriquebunbury.com) y dirigirse hacia la pestaña “think tank”. Es su pequeño laboratorio de ideas donde ha enlazado documentales como: The corporation; Confesiones de una representante de la industria farmaceútica; La mentira de los lácteos o Food Matters (La comida importa).  “Yo, lo único que hago, a través de mi página web, es aportar información, lo que voy encontrando, y quien quiera que la escuche y quien no, me la suda”, aclara. “De todas formas, no me gusta mucho hablar de estos temas”, confiesa el propio Enrique, “porque pienso que la gente juzga muy fácilmente cualquier teoría un poco alternativa y me pregunto: ‘¿Por qué coño me voy a meter en camisa de once varas en una entrevista con ROLLING STONE?”.


Quizás porque estás hablando con ROLLING STONE y nos gusta meternos en camisas de once varas…
Si yo te hago todo el discurso, acaba siendo una causa revolucionaria. No he llegado a conclusiones en cuanto a nutrición exclusivamente por motivos de salud o gustativos. Hay otras implicaciones que tienen que ver con una lucha frente a un mundo que a mí, particularmente por un lado me asusta, pero por otro me emociona. Estamos en un momento en el que se está levantando el polvo, y se está empezando a ver qué hay debajo de todo. Para mí la salud es algo importante, igual que creo que hay muchas otras causas paralelas.



Es decir, resumiendo, lo que dices es que…
Digo que ojalá todos ingiriéramos menos animales, a ser posible ninguno. Esa pequeña decisión individual podría llegar a ser revolucionaria.



¿Revolucionaria?
Pues sí, podría afectar a todos los estamentos: al sistema sanitario, a las farmaceúticas, a la relación del estado con ellas, a las grandes empresas de granos e insecticidas, grandes empresas que están por encima de Obama, Rajoy o Zapatero…


Foto: EL SALÓN. “En este piano no puedo sentarme sin que se suba mi hija. No puedo tocar aquí”, confiesa Enrique, posando en el salón de su casa de Los Ángeles. “Tengo un teclado en la parte trasera del jardín de la casa. Allí es donde tengo instalado mi pequeño estudio”.


Este año la revista Time ha elegido como ‘Personaje del año’ a los indignados ¿Has seguido el tema de los indignados españoles?
En España muchos medios han volcado críticas sobre el 15M: lo acusan de falta de líder y de ideas; dicen que son cada uno de su padre y de su madre, que tienen contradicciones… Pero todo eso yo lo veo como algo hermosísimo. Por supuesto que cada uno piensa de una manera diferente, porque cada uno está hasta los huevos por una razón diferente.



¿De verdad crees que está sirviendo?
Yo creo que aquí podemos ver dos niveles: un nivel de gente que lo quiere es dar soluciones a una democracia insuficiente y otros que dicen:  “No me vendas ninguna moto, yo no quiero que continúe la democracia tal y como está”. Es gente que piensa que hay un fracaso absoluto del sistema y no están hablando de la socialdemocracia, es el sistema económico mundial el que ponen en cuestión. Sé que en España hay mucha gente que está criticando y riéndose de los chavales que salen a manifestarse y les llaman “perroflautas”; pues bien, me voy a comprar un perro y una flauta. Esto no es motivo de risa, si hay una persona que se considera indignada deberías respetarla si se manifiesta en la calle.  Pero me hago una pregunta más importante todavía: ¿quién coño no está indignado? Me gustaría conocerlo, que levantara la mano y que lo dijera a la cara de todo el mundo. ¿Hay alguien que no esté indignado? Ese tío debería dar un paso adelante, a ver si tiene los huevos de decirlo delante de todos, o si no que diga: “Estoy supercontento”. Hace falta tener muchos huevos para meterse con los indignados.



¿Cómo se ha vivido en EE UU este debate? 
Para Estados Unidos todo lo que ocurre fuera de sus fronteras no es importante hasta que les llega a salpicar. Ocupar Wall Street en Nueva York, Oakland en San Francisco o el Downtown en  L.Á. puede parecer algo espontáneo, sin conexión con lo que ha ocurrido en Europa o antes en los países árabes, pero evidentemente todo tiene conexión.



¿Qué dicen aquí los medios?
Me interesa muy poco lo que diga la CNN o la Fox porque si me estás hablando de demócratas o republicanos, su forma de ver las cosas no me parece interesante. Evitan en lo posible hablar de todo esto. Al final no tienen más remedio que publicarlo cuando han metido a 300 tipos del puente de Brooklyn en la cárcel, pero se centran en el dato y siempre relacionado con el comportamiento de los manifestantes.



Da la sensación de que esta crisis no es sólo económica, que hay un vacío que afecta a todo… 
Yo no pienso que esté todo en crisis: creo que está todo en ebullición. Siento un entusiasmo maravilloso al ver cada vez más gente con ganas de buscar alternativas y nuevas soluciones. Hace tres años esto no era posible. No era fácil establecer una conversación con alguien en la que se replantearacosas sustanciales de nuestra forma de vida. No sé si es porque vivo en la manzana de California en la que están todos los colgados. Pero aquí, en España, en México o en Argentina, cada vez encuentro más gente preguntándose cosas. Quizás todo se podría resumir en ese conocido twit: “No es una época de cambios, es un cambio de época”.



¿Votaste en las últimas elecciones españolas?
Hace muchos años que no voto. Considero lo que decía esa pintada anarquista: “Vota pero luego no te quejes si las manos te huelen a mierda”. Es absolutamente ridículo votar al PP o al PSOE pero también a Convergència, a PNV, o a UPyD a no ser que salga alguien que de forma concreta hable de cosas que supongan verdaderos cambios. Todos los demás están dentro de un sistema que particularmente yo no comparto ni tengo ningún interés por que se perpetúe.



Parece como si el sueño de que alguien venía a cambiar las cosas se ha esfumado. Nos pasó en España con Zapatero y en Estados Unidos está pasando ahora con Obama.
Creo que por primera vez y de forma clara estamos viendo cómo los políticos que elegimos no nos gobiernan. Y creo que has puesto dos ejemplos en los que claramente lo hemos visto en vivo y en directo. Hemos visto la conversión de Saulo a Pablo en mayo cuando Zapatero de repente ajustó sus medidas a  lo que le habían dictado desde Europa… Pero ¿quién? ¿Cómo? ¿Cuándo y de qué manera le convencieron?  ¿Hubo farlopa de por medio? Me encantaría haber visto esa reunión por un agujero.



Y Obama va por el mismo camino…
El otro momento que me pareció maravilloso por lo desconcertante fue cuando Obama salió y nos vendió la moto de la muerte de Osama Bin Laden. No daba crédito a lo que estaba viendo con mis propios ojos. ¡Nos lo estábamos tragando con una alegría increíble! Y no estoy negando que haya muerto, pero parecía que alguien le había puesto ahí delante para decir: “Anda, cuéntaselo”. ¡Qué marioneta pareció Obama en ese segundo!

El coche se dirige hacia el cafe Gratitude (639 North Larchmont Boulevard), el restaurante que ha elegido Enrique para comer. Su favorito, el único de L.Á. que ofrece comida orgánica y ecológica en todos los platos de su carta (ideal para vegetarianos y veganos). Aprovecho para plantear un tema delicado.

Foto: El jardín. Esta foto está tomada en la parte delantera de la casa. “En la de atrás es donde tengo el estudio. Ésta es mi mesa de escribir”, desvela el maño. “Siempre que cambio de casa compro una mesa especial, que tenga cierta historia, donde escribo mis canciones. Esta la compré en un rastro de L.Á.”.


Emi acaba de lanzar al mercado un directo de Héroes del Silencio (Live in Germany). ¿Cómo lo has visto desde aquí?
No lo he visto porque todo me ha pillado estando en gira. Sabía de su publicación, me mandaron un audio y un vídeo y respondí a Emi que no daba la aprobación para su edición y luego ha salido. Llega un momento que lo único que me queda a mí es ir a los juzgados.



Parece que tus tres ex compañeros de Héroes quieren juntarse 
Lo leí y lo único que puedo sentir es alegría por ellos. Que quieran juntarse, hacer música, sacar un disco y seguir dentro de este mundo me parece lo lógico. Desde la separación del grupo han pasado casi 16 años y me parece totalmente lógico que quieran dedicarse a la música, y si lo quieren hacer entre ellos tres, pues doblemente mejor. Ojalá les salga un disco muy bonito para que los fans puedan tener más música de los músicos que les gustan.



Entiendo que lo delicado es si lo hacen bajo el nombre de Héroes del Silencio o no.
Eso es un tema que no existe hasta que exista. Me estás preguntando si ellos sacan un disco con el nombre de Héroes, pero yo no he sacado ningún disco con el nombre de Héroes, parece un poco ilógico ¿no? Estamos hablando de un supuesto. Yo creo que no existe. Entonces, como no existe, no vamos a valorarlo.



Hablemos, pues, de tu nuevo trabajo: Licenciado Cantinas es un disco de versiones donde reivindicas la figura del intérprete ¿Ha desaparecido la figura de Enrique compositor?  ¿Significa esto un paréntesis en tu carrera ?
Lo primero, te voy a contradecir en cuanto que sea un paréntesis. Para mí no es un paréntesis hacer este disco. Para mí es un álbum que sitúo a la altura de cualquiera de mis discos. Lo único que ocurre es que en éste no he compuesto las canciones. Como ya te he contado, tenía un disco preparado y en un momento dado valoré cuál de los dos grabar. Consideré que Licenciado Cantinas debería aparecer ya porque es un proyecto que llevaba mucho tiempo arrastrando. Creía que ésta era su última oportunidad.



En el making-of del disco cuentas que tenías una selección de unas 60 canciones y que  dejarlo en 15 ha sido todo un hecho creativo…
Hubo un momento en el que me dije: “En este álbum voy a contar la historia de un personaje con un principio, un desarrollo y un final con moraleja incluída”. Ahí empezó una criba natural en la que había canciones que no contaban la historia y otras que sí.



Veamos, si tuvieras que contarle a alguien la sinopsis de tu disco, le dirías que Licenciado Cantinas va de…
No me gusta mucho ponerle cerco al huerto porque prefiero que el oyente interesado haga más amplia mi idea, la perfeccione y la mejore, pero sí que puedo decir que es una historia de amor, abandono, perdición y de redención y muerte.



Dicen que la vida es un aprender a vivir de nuevo las cosas que ya has vivido. ¿Este disco tiene que ver con todas esas vidas que ya has vivido en las cantinas de Latinoamérica? 
Por supuesto que Licenciado Cantinas lo considero autobiográfico en cuanto a que me reconozco en cada uno de los momentos. Creo que yo he estado en muchos de esos lugares o me he encontrado a gente parecida o he reaccionado así en un momento concreto de mi vida. Diría que es autobiográfico del pasado, del presente y en algunos espero que del futuro. Los creativos de publicidad de la época de Mad men solían tener un lema: “No trabajamos con la mentira, sino que exageramos la verdad”. Me pregunto cuánto de verdad y cuánto de exageración hay en estas historias. Le pregunto.



¿Existen realmente esos lugares? 
Claro que sí, son cantinas y lugares de México, Colombia, Ecuador, Guatemala, Nicaragua, Honduras… La verdad  es que tengo una buena colección de sitios no recomendables.



Insisto: ¿Tan peligrosos son?
Son lugares donde hay que ir armado. Puede parecer una broma pero algunos son demasiado peligrosos.



En una entrevista en ROLLING STONE nos contaste que a punto estuvieron de rajarte en Perú…
Eso se solucionó… No me rajaron. Ha habido algunas de estas que a la mañana siguiente me contaron que la noche anterior había salido de una de puro milagro. Pareciera que sigue al pie de la letra aquella consigna vital que decía: “No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella”.


Dices que Licenciado Cantinas es un disco de percusión. Me pregunto cómo de difícil ha sido trabajar estos ritmos y llegar a este sonido, con una banda de rock como Los Santos Inocentes.
Bueno, yo ya les empecé a hablar de Licenciado Cantinas hacía tiempo. Sabía que el gran obstáculo que iban a tener es que ellos provienen del rock anglosajón y de patrones rítmicos muy concretos en los que se mueven infinidad de grupos de rock y yo quería romper radicalmente con eso. Quería que la rítmica fuera interesante en sí misma; si no lo es, no me suelen interesar los discos, con lo cual ahora mismo lo tengo difícil para escuchar determinadas músicas.



¿Y qué método utilizaste para este cambio de mentalidad?
Elaboré una lista de discos y se los hice escuchar a todos. Luego tuve que incorporar a un nuevo miembro de la banda, un percusionista que es Kino Béjar, que ha sido una pieza fundamental.



¿Hay algún disco que estés escuchando últimamente?
Ha habido dos discos básicos para mí a la hora de confeccionar Licenciado Cantinas: Kiko (1992) y Colossal head (1996), de Los Lobos.  Luego está el último álbum de Ry Cooder y lo que ha hecho Marc Ribot con Los Cubanos Postizos. Son gente que se ha acercado hacia la música latina con una oscuridad y criterio de rock muy serio.



Y, después, empezó la fase de grabación…
Otra de las cosas que hice fue no dejarles ensayar en ningún momento. Quería que entraran con la mente prácticamente en blanco en el estudio y hacerles grabar inmediatamente sin conocer el mundo en el que  nos sumergíamos. La mayoría de ellos han escuchado rock, pero lo que en un principio a ellos les asustaba a mí no me preocupaba, porque yo quería que ellos conservaran esa licenciatura rockera.



¿Dónde grabaste el disco?
En Tornillo, Tejas [una ciudad ubicada en el condado de El Paso de poco más de mil habitantes].



¿Fue duro el proceso creativo?
Fue muy duro, pero no el proceso creativo. Para mí grabar un disco es siempre un inmenso placer. Yo en un estudio crezco 50 pies y se me llena la boca de grabación. Fue difícil por motivos familiares, porque estábamos grabando en el desierto, en un rancho con un calor insoportable, viento y polvo, y llevábamos un bebe de tres meses…



No parece el lugar para un bebé…
Las circunstancias climatológicas eran muy adversas. El estudio estaba a unos 100 metros de casa, y cuando llegaba por la noche me topaba con serpientes y coyotes. De hecho íbamos a mezclar ahí y al final lo hicimos en L.Á. porque estaba siendo muy duro para Asia, mi hija.



¿Como ha sido tu gira americana?
Estoy muy contento con todos  los conciertos que hemos dado. Nos ha servido para hacer la transición a este nuevo lavado de cara de Los Santos Inocentes. Y lo hemos hecho más rápido de lo que creía: a mitad de gira, en Houston, ya habíamos logrado no ser una banda estrictamente de rock and roll. En esta gira lo que yo quiero es crear un rock multirrítmico, un rock afrolatino oscuro…



¿Cómo serán tus conciertos en España?
La gira española va a estar basada en el último disco. Sólo tocaré canciones de mis 15 últimos años y más de la mitad del repertorio será de los últimos tres discos. Lo resalto porque me parece importante que  un músico que lleva 25 años sobre el escenario, busque su vigencia y la complicidad con un público que sigue sus trabajos nuevos. Sé que hay un público que preferiría que tocara determinadas canciones muy antiguas y otros que preferirían que tocara temas simplemente antiguos, pero yo quiero tocar las actuales, y cuanto más reciente más me interesa.


Salimos del restaurante en dirección a La Luz de Jesús (4633 de Hollywood Boulevard), un lugar de memorabilia friqui de lo más curioso. “Si tengo que hacer algún regalo, aquí estoy seguro de que lo voy a encontrar; de hecho, fue el lugar donde compré los primeros  juguetes para Asia”, me cuenta.  
De allí nos dirigimos a otra de sus tiendas favoritas: Necromance (7220 Melrose). Me remitiré a contar lo que vi:  huesos humanos de pies y manos; corazones de ovejas; caramelos de hormigas; costillas de serpiente al peso y el murciélago en todas sus variantes (disecado y dibujado) como rey del lugar. Jamás ví nada tan sugerente, extraño y original… Un té verde, sentados en el lobby del Hotel W nos sirvió de relax para la última charla del día. “A la vuelta de este hotel está uno de mis restaurantes preferidos, se llama Katsuya y es japonés”, me cuenta. Y a continuación, ya más suelto, me dice:  “No deberíamos de callar tal y como están las cosas”. Y todo deriva en los artistas y el compromiso. Esta última parte de la conversación se podría resumir en los siguientes puntos:

“No entiendo muy bien a qué viene el encasillamiento con los de la ceja. ¡Pobre Willy Toledo! Él, cuando habla del pueblo saharaui, está tratando de que la historia no se olvide de esa gente. Puedes coincidir con él o no, aunque a lo mejor estás a favor de [el rey] Mohamed…”.


Y sigue:
“Ahora parece que son los indignados los que tienen que callar… Y antes eran los que estaban a favor del pueblo saharaui. A lo mejor deberíamos empezar a señalar con el dedo y decir: ‘¿Qué pasa, que tú no estás indignado?’; o: ‘¿Resulta que estás a favor de Mohamed? Porque tienes unos cojones…”.



Y aclara:
“Ya no hablamos de si estamos peleando por el PP o por el PSOE. No tiene nada que ver con la política. Tiene que ver con el sentido común”.



Y remata:
“Me apena mucho que se insulte a todo un gremio entero cuando se habla de Bardem o de Willy Toledo”.



Y acaba matizando sobre los artistas de Estados Unidos:
“El próximo año va a haber unas elecciones presidenciales y republicanos y demócratas van a ver qué artistas los van a apoyar . También hay otros artistas, como Oliver Stone o Sean Penn, que se salen de estos parámetros. En Estados Unidos lo correcto es ser tanto demócrata como republicano. En España hay gente de izquierdas que no ve correcto ser del PP y al revés. Pienso que en democracia eso es primero de EGB: respetar las opciones políticas que entran en el juego. Los americanos tienen muy claro dónde están los límites del juego, yo soy de los que están fuera, no pienso entre esos límites”.



Últimamente, los bancos están apoyándose en la imagen de los artistas para sus campañas de publicidad. ¿Aceptarías ser imagen de una campaña?
No puedo, o no quiero, opinar sobre lo que hace otro porque en realidad cada uno llega a sus propias conclusiones. Creo que sí hay cosas que son negativas o denigrantes, pero en general no creo que estemos ahí. Estás hablando de marcas normales y gente que no se dedica a fabricar armas contra los palestinos o los que sean. Personalmente veo muy difícil la asociación de mi persona con una marca. Siempre he tenido un cuidado extremo y lo he evitado; no sé qué conjunción astral tendría que darse, qué debería de ocurrir para que una marca comercial se pudiera asociar a mi persona.

Son más de las ocho de la tarde y sobre Los Ángeles cae una noche apacible y contundente. Hemos pasado casi 12 horas hablando de lo humano y lo mundano. He visto a Enrique Bunbury feliz. Sé que no es un término ni un estado que tenga mucha sintonía con el rock. De todas formas, los que saben de esto dicen que la felicidad nace de una experiencia profunda, no intensa. A mí me da la impresión de que a ese estado sólo se llega después de haber dado algún que otro rodeo por tu propia sombra. Y Bunbury, en estas lides, ya tiene su licenciatura.


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