martes, 13 de marzo de 2012

La excelencia instrumental de Dream Theater: sólo para fans

Dream Theater en directo.
Concierto: Dream Theater, Palacio de Vistalegre. Madrid.
Fecha:
25 de febrero de 2012.
Precio:
35 euros.
Tras algo más de dos horas del concierto de anoche de Dream Theater en el Palacio de Vistalegre, de Madrid, se pueden sacar varias conclusiones sobre el directo de la veterana banda estadounidense. La primera es que son unos grandes en lo suyo, eso que se ha venido a llamar metal progresivo (largos desarrollos instrumentales, canciones de más de 10 minutos…). Aunque es cierto que el virtuosismo musical y la perfección en su ejecución relega, en muchas ocasiones, a un segundo plano la pasión, la excitación y la capacidad de sorpresa.



Ocurrió anoche ante un Palacio prácticamente lleno de fans entregados, a los que, tras pagar los 35 euros de la entrada, será imposible de convencer de que Dream Theater tienen poco nuevo que ofrecer a estas alturas del partido. Quizá tenga que ver con la huida en 2010 del batería y fundador de la banda Mike Portnoy -¿se fue por aburrimiento?-. Quizá sea porque su último disco A dramatic turn of events, aun con buenas canciones y su notable posición en las listas de ventas, no es el mejor de sus trabajos. Que el cantante James LaBrie, algo entradito en carnes, abandone el escenario intermitentemente para ceder el protagonismo a sus compañeros  instrumentistas, seamos sinceros, no ayuda mucho al espectáculo.
Aunque las reglas clásicas del rock n roll con Dream Theater funcionan de forma distinta. El espectáculo –reducido a tres pantallas con forma de cubos donde se proyectaban imágenes-, no es el punto fuerte de la banda actual. Se valora más su calidad, el virtuosismo instrumental y la capacidad que tienen de dejar boquiabiertos a aspirantes a guitarristas y bateristas; no lo entretenido de su espectáculo. En esto último flojean, pero en lo anterior Dream Theater son unos hachas. “¡Hijo de puta! No se puede tocar tan bien”, se oyó desde las primeras filas con toda la razón del mundo.
El concierto empezó arriba con fornidas canciones como Bridges in the sky, 6.00 y Build me up, break me down. Fue la primera constatación de que el nuevo baterista Mike Mangini, además de tener una batería con una parafernalia que haría enrojecer a Tommy Lee, defiende con agallas el sitio. Aunque, pese al magnífico solo que hizo a mitad del concierto donde no se le veían las manos, tiene todavía que ganarse el puesto. La sombra de Portnoy es alargada.
Tras Surrounder y Out Cry, hubo un momento bajón. Dream Theater son capaces de lo mejor y de lo peor. Increíbles progresiones instrumentales, solos de guitarra soberbios –Petrucci es un fiera-, pero también de aburridas y cursis canciones acústicas. Anoche en Madrid, al igual que están haciendo en muchos concierto de su gira europea, el grupo se tomó un respito y tocaron dos canciones en acústico. Se hace necesario decir que sobran. Una cosa es que los jevis tengan una sensibilidad especial para las baladas (las hay imponentes) pero otra cosa muy distinta es rozar la ñoñería con temas como The silent man y Beneath the surface cargados de tópicos y ternura poco creible.
Menos mal que supieron encauzar la recta final con la excesiva –y entrañablemente cursi.- The spirit carries on, Breaking all the illusions y la potentísima Pull me under, con la que cerraron el concierto. Quizá no sea la banda más excitante del mundo, pero Dream Theater cumple su parte del trato.


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